Una de las
cosas que tienen que tener todos los perros claro es que a los coches hay que
respetarlos, así cuanto antes les enseñemos mejor, porque los coches formarán
parte de su día a día, tanto en cuanto se refiere al tráfico rodado, como a la
hora de tener que subirse al interior del vehículo. El perro no debe suponer un
problema cuando decidimos hacer un viaje y que nos acompañe nuestro perro. Si
el perro se encuentra incómodo, le da miedo o cualquier otra circunstancia que
haga que se muestre inquieto o ladre, el viaje se puede volver muy incómodo e
incluso peligroso.
Los perros
no deberían estar en el garaje en ninguna ocasión por los peligros que implica
para ellos. En el interior del garaje hay productos tóxicos para el animal que
pueden llegar a ingerir y además corre un peligro real de llegar a ser atropellado
por nosotros mismos cuando movamos el coche, si no nos damos cuenta que el
animal se encuentra durmiendo por ejemplo bajo el coche
Además el
perro de tener que estar convenientemente sujeto para que no ande pasando de
asiento en asiento con el peligro que ello implica en caso de frenazo brusco o
accidente, el perro no deberá ir
ladrando, ni metiendo ruidos que dificulten nuestra conducción. Para ir
resolviendo este problema cuanto antes, deberemos coger nuestro perro cuando es
cachorro y hacer algún viaje con el animal dentro del coche para que se vaya
acostumbrando al vehículo. Para ello deberá ir el animal convenientemente atado
y acompañado por alguien que lo controle.
La forma
ideal de que el perro suba al coche es cuando nosotros se lo ordenemos. Para
ello cojamos al animal atado con una correa
y nos dirigiremos dirección a nuestro coche donde previamente habrá
subido un familiar en la parte trasera del vehículo, al que el perro reconozca
como dueño o parte de la familia. Cuando lleguemos al coche con la puerta
abierta, evitaremos que el animal suba inmediatamente, cosa que seguramente quiera
hacer al ver al familiar dentro. Consigamos que aguante fuera quieto hasta que
mediante una orden se lo ordenemos. Una vez dentro lo sentaremos en el suelo y
una vez que esté quieto comenzaremos la marcha de forma tranquila para que el
animal se acostumbre poco a poco al coche.
Para bajar
del coche, tendremos especial cuidado por lo que pudiera haber o venir por la
vía pública. Para ello el animal deberá esperar que se lo ordenemos. Una forma
sencilla de conseguir que el animal se acostumbre es por ejemplo abrir la
puerta trasera donde se encuentra el animal y una vez abierta, el perro deberá
esperar a que le ordenemos salir, impidiéndoselo si quisiera hacerlo por propia
iniciativa. Cuando dispongamos de la correa, le ordenaremos salir mediante una
orden. Daremos una vuelta y repetiremos la acción hasta que el perro se
acostumbre.
En cuanto se
refiere a los ladridos en el interior del vehículo, si no queremos sufrir que
cada vez que alguien se acerque al coche el perro comience a ladrar como si
alguien intentara invadirle su espacio y el de su “manada” deberemos
acostumbrar al animal a evitar esos molestos ladridos.
Algo que podremos
hacer para evitar que el perro ladre cuando alguien se acerque por ejemplo es volver
a casa cada vez que comience a ladrar el animal. Una vez repetida la acción
varias veces, ser dará cuenta que si ladra será expulsado del vehículo que
considera como espacio propio. Otra opción es que cuando el perro comience a
ladrar es hacerlo bajar el vehículo y que la persona a la que ladraba suba,
apto seguido haremos subir al perro que lo aceptará como ha visto que lo hemos
aceptado nosotros.
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